Resumen:
El proceso reproductivo es el encargado de perpetuar la especie, por lo que es importante conocer que, desde el mismo instante de la singamia hasta una etapa tardía de la gestación, de estos millones de células que formarán un nuevo individuo, cualquiera de ellas puede sufrir una agresión que provocará alteraciones morfológicas y/o fisiológicas congénitas. Está amenaza es patente si los gametos o el gameto (según el tipo de herencia) es portador de un gen teratógeno y continúa amenazado hasta el último tercio de la preñez por los movimientos biomecánicos de útero1-3.
Las malformaciones congénitas de etiología genética o por agentes externos pueden provocar la muerte intrauterina y el organismo en desarrollo será reabsorbido, abortado, nacer muerto, morir en el periodo neonatal, estar limitado para la reproducción o simplemente presentar una ligera desviación del patrón de normalidad para su especie. En muchas ocasiones, la presencia de un animal afectado por una malformación congénita en un rebaño solo es notada por el criador o el veterinario de campo que atienden éste, por tanto, es esencial que ellos tengan un mínimo de conocimientos de cómo se presentan en el fenotipo del animal, de modo que puedan brindar lo más exactamente posible la información oral o escrita de lo observado. Para facilitar lo anterior, es objetivo de nuestro trabajo proponer la confección de un “Registro de Malformaciones Congénitas”, primer paso para considerar que estas entidades se tienen en cuenta en la cría animal como cualquier otra y, se lucha por su reducción y erradicación.
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